"La primera regla del Club de la Lucha es: NADIE habla sobre el Club de la Lucha."

"La segunda regla del Club de la Lucha es: NADIE habla sobre el Club de la Lucha."

 Y de algún modo el secreto se sigue manteniendo en los círculos underground puesto que, pesar de que la gran mayoría habrá visto la película de 1999 sobre el Fight Club, no demasiada gente conoce aún en España -y muchos menos podrían deletrearlo- el nombre que se esconde tras semejante y pertubador proyecto literario.

La tercera regla de el Club de la Lucha es

"La pelea termina cuando uno de los contendientes grita 'alto', pierde la vertical o hace una seña".
Demasiado problemático para los estándares literarios anglosajones; sin Las correcciones de Jonathan Franzen, el aburguesamiento narrativo de Paul Auster o las tendencias eremíticas de Cormac McCarthy o Thomas Pynchon, Palahniuk es ante todo un provocador que convulsiona el establishment literario en su decidida apuesta por hacerlo saltar por los aires.
Cualquier parecido con su personaje Tyler Durden es sólo fruto de una cuidada premeditación.
Palahniuk estudió periodismo pero como muchos universitarios tuvo después que ganarse la vida en toda una serie de trabajos que reflejan miméticamente la sociedad de consumo y sus ruedas dentadas; una cadena de montaje, una empresa de fabricación de contenedores... hasta encontrar un puesto de redactor técnico que recuerda más de la cuenta al del personaje interpretado por en la adaptación cinematográfica.
"La cuarta regla del Club de la lucha es: sólo dos personas por pelea".
El muchacho bueno, el trabajador, el consumidor de muebles de IKEA, el integrado... el alienado, y/o el atractivo anarquista interpretado por Brad Pitt.
Y precisamente eso es lo que más suele molestar de Palahniuk en los círculos literarios más puristas, tradicionales e integristas; lo que molesta de Palahniuk es que no le interese lo más mínimo ocupar el puesto de Philip Roth o Norman Mailer sino que prefiera comportarse como Brad Pitt y, por eso, sus giras de promoción suelen parecerse más a un estreno de Hollywood que a lo que debería ser el comportamiento austero y distante de un escritor con clase.
"La quinta regla del Club de la Lucha es: sólo una pelea a la vez".
Esto es algo que, como todos los chicos malos -que no lo olvidemos siempre resultan más atractivos-, Palahniuk no ha podido lograr. Los frentes de batalla siempre están abiertos y se multiplican por todas partes. A los autores de culto se los ama o se los odia sin términos medios y por eso los elogios se vuelven apologías, casi evangelios, y las críticas acaban desembocando en el terreno personal como la periodista que decidió que era una buena idea aludir a su homosexualidad como argumentación de su opinión sobre Chuck y éste le respondió con un irreproducible mensaje en su buzón telefónico que entre otras lindezas incluía alguna que otra amenaza de muerte (parental advisory); sin olvidarnos de todas las puritanas asociaciones que lo han acusado de prácticamente cualquier cosa, misoginia, machismo, fascismo, etcétera.
"La sexta regla del Club de la Lucha es: sin camisa ni zapatos".
Y más de una vez es así como Palahniuk se ha presentado a sus lecturas literarias; exhibiendo el físico del que, como él mismo ha reconocido, alguna vez estuvo enfermo de vigorexia.
"La séptima regla del Club de la Lucha es: cada pelea dura lo que tiene que durar".
Frecuentemente hasta que Chuck consigue que alguien caiga desmayado al suelo. Se cuentan por centenares los estómagos sensibles que no pudieron resistir la narración de "Tripas", escatología llevada al último extremo.

La octava y última regla del Club de Lucha es

"Si esta es tu primera noche en el Club de la Lucha entonces TIENES que pelear".
Demasiado explícita, demasiado sugerente... demasiado peligrosa. El Club de la Lucha (1997), la crítica más ácida y destructiva contra la sociedad capitalista desde el American Psycho de Bret Easton Ellis.

El Proyecto Estragos (The Mayhem Project)

"La primera regla del Proyecto Estragos es no hacer preguntas".
Y no, no se trataba de juventudes hitlerianas como muchos quisieron ver sino de algo incluso más terrorífico aún; una estructuración de los movimientos antiglobalización y, por extensión, antisistema.
"La segunda regla del Proyecto Estragos es no hacer preguntas".
Un proyecto que trascendía los círculos literarios hasta convertirse necesariamente en alguna otra cosa.
Enseguida los eruditos se apresuraron a salir a la palestra para reducir a Palahniuk a un escritor de estribillos, eslóganes y consignas en imperativo. Un lector de los aforismos de Nietzsche más preocupado por la estructura cinematográfica de sus novelas que de su calidad literaria pero...
"La tercera regla del Proyecto Estragos es no poner excusas".
El mundo entero se queja de que los jóvenes cada vez leen menos pero, tal vez, muchos se hayan olvidado de hablarles en su propio idioma y...
"La cuarta regla del Proyecto Estragos es no mentir"
Si hay que reconocer que uno es un adicto sexual obsesionado por la masturbación, la pornografía, las peleas de bares y la cultura de la imagen pues se reconoce. Lo peor que puede pasar es que algunos millones de individuos se sientan identificados y...
"La quinta regla del Proyecto Estragos es confiar en Chuck".
No en vano, la página web de Palahniuk se llama The Cult (El Culto), un website en el que, como los "mercenarios" del Proyecto Estragos, acaban llegando todos los muchachos hastiados que tratan de huir del flujo del mainstream en busca de verdaderas emociones.

Así que, ya sabes, "si te detienen, serás expulsado del Proyecto Estragos" y, recuerda que...
"La última regla... es no hacer preguntas".


 (Publicado originalmente en Suite 101 el 29/12/2010)