Aplastado por el peso de su propia "generación", Coupland aparece y desaparece una y otra vez reinventándose y deconstruyéndose a sí mismo a la vez que se ríe del mercado y los cánones literarios.

 

 

 

 

¿Qué fue de la Generación X?

Nadie lo tiene demasiado claro... Hubo algunos significativos anuncios de televisión que trataron de aprovecharse de la etiqueta. La letra X siempre vende pero además de eso quizá se pueda hablar del movimiento grunge. Probablemente Kurt Cobain representase mejor que nadie el espíritu, la esencia que se ocultaba tras la incógnita de la ecuación pero Kurt se fue; enseguida se cansó de la etiqueta lo que de alguna manera quizá sirva precisamente para definirla.
La Generación X es probablemente la de todos aquellos que perdieron la virginidad justo después de que el sistema capitalista hubiese quedado definitivamente establecido. La de los que de repente se despertaron en el mundo de las marcas y los logos corporativos. La de los que de pronto se miraban al espejo convertidos en hombre-anuncio con la ® de marca registrada merodeando por todas partes... y de ahí la elección de la X como mecanismo de reacción, el símbolo clásico de la indefinición, de la incógnita.
De ahí la Generación X de Douglas Coupland.

Generación X (1991)

No entraremos aquí en el debate sobre la paternidad de la etiqueta pero lo cierto es que tanto biográfica como literariamente, Coupland estaba en el lugar exacto en el momento oportuno; en todo caso... ópera prima de un autor diferente y novela de ruptura.
Artefacto "tecnológico" y negativo fotográfico del Menos que cero (1985) de Bret Easton Ellis. Donde Ellis reflejaba la nada en medio del todo, Coupland escenifica el todo en medio de la nada y mientras tanto -y a la vez- ambos enlazando con El guardián entre el centeno de Salinger.
Las tres siempre como contrapunto -como cara B- del Gran Sueño Americano y, por extensión, occidental.
Rebelde la de Salinger.
Apática la de Ellis.
Integradamente irónica la de Coupland.

El peso de la fama

Exactamente igual que cualquier actor adolescente protagonista de la sitcom coyunturalmente de moda, Coupland sufrió horrores para desprenderse de la piel de sus primeros personajes si bien es cierto que él mismo disfrutó encasillándose en ellos (Planeta Champú, 1992) o sometiéndolos a relecturas sobrenaturales y apocalípticas (La segunda oportunidad, 1998) pero también quiso interpretar nuevos y arriesgados papeles disfrazándose en Microsiervos (1995) de una especie de gurú visionario (anticipándose aquí al boom de las startups y los emprendedores puntocom) en una línea que podía emparentarse con las propuestas más arriesgadas formalmente de Burroughs o Vonnegut; una obra que de hecho aún se recuerda como obra de culto en algunos de los más oscuros pero deliciosos rincones de la World Wide Web.
Incluso trató de escribir una de esas grandes novelas americanas sobre familias y comunidades disfuncionales que tanto gustan al stablishment literario anglosajón (Todas las familias son psicóticas, 2001) pero todo daba igual... la imaginería popular de Coupland y su tendencia experimental -combinada con su vertiente de artista visual y diseñador gráfico- nunca serían admitidas en las más altas y siniestras esferas literarias que siguen manteniendo la pedante erudición a través de una narratividad obsoleta como sello de "calidad".
Y Coupland había cometido, además, el peor de los errores. Douglas Coupland había escrito la novela que había marcado una época. Una propuesta que trascendía los límites de lo literario para convertirse en un artefacto cultural de igual o mayor potencia que los que constantemente pueblan su narrativa, la manzana de Apple, las piezas de Lego o la sopa de tomate de Andy Warhol entre algunos otros cientos de miles, por lo que no estamos hablando ya de la Generación X sino de la manoseada posmodernidad en su más amplia expresión... sea la que sea.

Coupland en España

Publicado al principio en la colección Tiempos Modernos de Ediciones B cuya desaparición desintegró también el fenómeno Coupland en España; de repente todas sus títulos estaban descatalogados. Apagados o fuera de cobertura, algunos ni siquiera llegaron a traducirse y, sin embargo, en las librerías de viejo se habían convertido ya en artículos de culto que, habitualmente, siguen alcanzando los cincuenta euros por ejemplar usado.
En 2002, recuperó al Coupland de Todas las familias son psicóticas, imposible otra vez de localizar a día de hoy. Algo persistía flotando en el ambiente, una necesidad de literatura en tiempo real como la que Coupland siempre ha practicado.
Fue en 2006 cuando El Aleph Editores tomó el testigo volviendo a apostar por el canadiense y la que denominaremos su "trilogía de la globalización".

Coupland en el siglo XXI: jPod, El ladrón de chicles y Generación A

jPod (2006), "un viaje letal al corazón de la Generación Google" a la vez que continuación/recuperación/actualización de Microsiervos, es el punto de partida de esta especie de trilogía protagonizada por los nuevos tipos de la calle: programadores informáticos, dependientes de grandes superficie y todo tipo de adictos al YouTube y la alimentación transgénica.
jPod, un artefacto a medio camino entre la literatura y el diseño, una evolución de la integración entre forma y contenido y una locura digitalmente psicodélica a la que seguiría El ladrón de chicles (2007, traducido en 2008), una especie de historia de amor y reciclaje metaliterario en la era de los empleos no cualificados.
Con Generación A (2009, traducido en 2011) Coupland tal vez esté tratando de cerrar el círculo o, quizás, de aprovechar la etiqueta repleta de claroscuros que ha catalizado toda su obra literaria al mismo tiempo que lanza su propia línea de ropa de marca registrada.

El posibilismo vital como conclusión

Satirizar el sistema establecido no tiene por qué ser incompatible con poder hacer un buen montón de dólares a su costa.
Son las ventajas de haber estado estudiando al enemigo durante veinte años.


Post Data (para editores): los libros de Coupland siguen agotados, descatalogados o inéditos en España, ¿en qué diablos estáis pensando? 

(Publicado originalmente en Suite 101 el 12/3/2012)