lunes, 25 de febrero de 2013

'Cenital': El manual de supervivencia de Emilio Bueso


           A causa de alguna extraña parafilia aún por catalogar experimentaba indescriptibles pulsiones internas ante las ficciones que me presentaban la raza humana desapareciendo del mapa.
Digamos que era de esa clase de gente a la que le va el rollo apocalíptico así que en cuanto conseguí un ejemplar de Cenital las piernas enseguida comenzaron a temblarme de excitación pero el problema era que la gasolinera abandonada de la portada me había puesto tan  cachondo que al principio me costaba trabajo pasar las páginas.   
Era junio de 2012 y suponía que lo que estaba leyendo era una novela pero a ratos aquello se convertía en un ensayo que de pronto me helaba la sangre con la que trataba de mantener mi aberrante erección. Decidí entonces que simplemente se trataba de una ficción especulativa pero mucho antes de la mitad ya estaba convencido de que lo que tenía entre manos no era otra cosa que un manual de supervivencia.
De pronto el fin del mundo me dio miedo.
Mi genocida perversión sexual desapareció para siempre del mismo modo que ante el advenimiento de los vídeos caseros distribuidos por Internet había desparecido mi interés por las películas pornográficas rodadas en el Valle de San Fernando.
Esa era la analogía… las ficciones apocalípticas, como las películas porno, no son creíbles, no tienen argumento, se centran en el cómo y se quitan de encima el por qué con cuatro líneas de diálogo. Vayamos al grano… gemidos, lamentos y unas cuantas explosiones antes de inundarlo todo.
Cenital sin embargo, como las grabaciones de sexo casero, es puro realismo. No hay maquillaje y se pueden ver los granos y las axilas mal rasuradas. Las lorzas fruto de nuestra inconsciente opulencia desbordan por todas partes. De pronto te das cuenta de que no se trata de una película sino de sexo de verdad.    
Cenital curó mi parafilia pero a la vez me jodió la vida. Ahora estaba de veras asustado y paranoico.
Durante cinco minutos pensé en escribir una reseña de la novela y tomé unas cuantas notas al respecto pero justo entonces la radio anunció que el ministro de economía acababa de solicitar y obtener de la Unión Europea el rescate de los cien mil millones a la banca española.
¡Mierda!... Yo acababa de leer exactamente aquello. Repasé el índice y volví al capítulo en el que Bueso había escrito palabra por palabra lo que estaba pasando.
Angustiado consulté la fecha de edición: marzo de 2012.
Teniendo en cuenta la lentitud del proceso editorial, lo normal es que el manuscrito llevase algunos años acabado antes de su publicación a lo que habría que añadir quizás otro de redacción… ese era el margen.
Bueso no era un escritor, era un puñetero profeta de los que aciertan.
Había narrado el futuro con años de antelación y lo que augura para después es aún peor.   
  Bueso habla de las teorías maltusianas y hace referencia a los colapsos de algunas de las civilizaciones que nos han precedido. Asegura que estamos reproduciendo paso a paso el estándar para el modelo establecido.
Somos fieles replicantes.
Por supuesto al instante abandoné mi inconsciente impulso de reseñar Cenital.
Capté el mensaje y comprendí que sería imposible salvar todos los culos de modo que mejor cerrar el pico y poner el mío a salvo cuanto antes porque Cenital es también el nombre de la ecoaldea a la que todos querrán mudarse cuando ya sea demasiado tarde y, evidentemente, no habrá sitio para todos.
Mi novia me pidió entonces que le prestase el libro pero mis reflejos sinápticos reaccionaron con rapidez y sin titubear le dije que lo había perdido o, mejor, que lo había tirado a la basura.
No podía permitirle la más mínima concesión al boca a boca.
El mundo se estaba yendo al carajo pero en el fondo yo era optimista porque sabía que en Cenital había unos cuantos flotadores y además… ¿cuántas probabilidades había de que la novela de un autor español menor de cuarenta se convirtiese en un éxito?

Ahora, seis meses después, todas las mañanas sigo subrayando los fragmentos en los que las profecías de Bueso van cobrando vida. Luego dedico un par de horas a aprovisionarme de latas y agua embotellada y completo mi entrenamiento en el manejo de todas las herramientas de una navaja suiza antes de bajar a cultivar mi huerto.
Lo único que me preocupa es que en la World Wide Web me he encontrado ya con más de un centenar de gilipollas que han cometido la imprudencia de reseñar Cenital. Resulta que el marketing viral solo funciona cuando no debería de hacerlo y, según parece, la segunda edición está a punto de agotarse.
La inefable Ley de Murphy.
Problemas, problemas, problemas… demasiados lectores suficientemente informados con los que pelear por los restos del naufragio. 
Compruebo mis reservas de combustible y decido que podría permitirme el lujo de derramar un par de bidones en los almacenes de la Editorial Salto de Página si a los inconscientes de sus responsables se les ocurriese la mala idea de lanzar una tercera edición.
Mientras pulo los pequeños detalles de mi plan trato de convencerme de que no sería un despilfarro innecesario de gasolina. Hablamos de previsión de futuro.

martes, 12 de febrero de 2013

El escritor gonzo



(Cartas de aprendizaje y madurez)

de HUNTER S. THOMPSON





Advertencia inicial: solo para letraheridos y cagatintas.

 Hace algo más de seis años y aún bajo los efectos psicotrópicos y el subidón de adrenalina provocados por la lectura de Miedo y asco en Las Vegas, fue cuando comencé a enviar anónimos cada vez más violentos y amenazadores a la sede de la editorial Anagrama clamando por la reedición de los textos de Hunter S. Thompson que llevaban más de veinte años descatalogados en España.
Confusamente trataba de hacerles entender a los esbirros de Jorge Herralde que tras arduas investigaciones a base de búsquedas combinadas en Google había llegado a la conclusión de que tan solo en la vieja piel de toro éramos más de medio millón los aspirantes a escritor maldito y todos nos habíamos leído ya la docena y media de Compactos de Bukowski.
El viejo Hank sistematizó el realismo sucio pero, probablemente, la fascinación que  provoca en todos los letraheridos y cagatintas del mundo tenga mucho que ver con el descarnado biografismo mediante el que relata la persecución del sueño del escritor frustrado. Más allá de etiquetas literarias, el mito de Bukowski representa una hoja de ruta. Un plazo. No pudo vivir de la literatura hasta pasada la cincuentena pero, ¡demonios!, miradlo ahora… el puñetero referente de cientos de miles de infectados por la venérea literaria.

No obstante, por aquí ya hemos plagiado todos sus textos; nos hemos entregado con fruición a imitar su estilo y a la fuerza hemos sido impelidos a reproducir también su periodo de formación en todo el catálogo de empleos temporales, precarios y no cualificados. El mundillo literario sigue siendo esa fiesta que siempre se desarrolla al otro lado de la ciudad y para la que nunca tenemos invitaciones así que necesitamos nuevos estímulos para no venirnos abajo y seguir sentados ante el teclado con la esperanza de que tarde o temprano saltarán las monedas cada vez que aporreemos las teclas.
Así que ahora que con el advenimiento de la Web 2.0 se confirma la tendencia de que pronto habrá más escritores que lectores, parece que al fin los muchachos de Anagrama se han dado cuenta de que por ahí hay una brillante veta de mercado.
Fear and Loathing Cover by CaptainChibi
 Necesitábamos otro icono borrachuzo, drogota e independiente que hubiese salido de la nada para sembrar el panorama literario de latas de cerveza vacías y apagar colillas en los sillones de los eruditos y eso es, precisamente, lo que vamos a encontrar en El escritor gonzo de Hunter S. Thompson.
Bajo el afortunado título se recogen dos volúmenes con una selección de las cartas que cada madrugada Thompson comenzaba a escribir compulsivamente cuando consideraba que la mezcla de ron y cerveza era ya demasiada para seguir trabajando en las novelas que siempre le rechazaban las editoriales o bien en sus personales artículos de reportero freelance que, surgidos al calor del Nuevo Periodismo, pronto inaugurarían el subgénro gonzo donde la vivencia del reportero y su búsqueda de información a menudo cobran mayor importancia que la noticia misma.


La primera parte, bajo el título de ‘El camino de la dignidad’ recoge la correspondencia que va de 1955 a 1967 (versión original: The Proud Highway, Villard Books, 1997). La segunda, ‘Miedo y asco en América’ corresponde al período entre 1968 y 1976 (Fear and Loathing in America, Simon & Schuster, 2000).

Personalmente nunca he sido demasiado partidario de este género para eruditos freudianos y filólogos cotillas pero, en este caso, no se trata de husmear en el cajón de los calzoncillos de ningún escritor fiambre puesto que cuando se publicaron los  originales el Doctor HST aún no se había pegado el tiro en la sien y, en ambos volúmenes, se percibe la voluntad del autor de sistematizar definitivamente tanto su  concepto de la ficción y el periodismo como su visión siempre rayando lo paranoide del mundillo literario y el contexto sociopolítico. 

El resultado es un ciclo formativo por entregas a la vez que un manual de supervivencia para adentrarse en la jungla literaria y/o periodística.

Una obra que quizás no sea para leer de una sentada sino más bien para dosificar como se hace con la Biblia en las iglesias (Carta primera de S. Thompson a los… ); en definitiva y, retomando la idea introductoria, un libro de cabecera para todo escritor, periodista o bloguero que se resista a tirar la toalla aún después de haber estado besando la lona en todos los asaltos.


Recomendación final: imprescindible para letraheridos y cagatintas.