miércoles, 2 de noviembre de 2011

Una chica tunecina

EXTERIOR. NOCHE
PARQUECITO DE EXTRARRADIO EN UNA CIUDAD DE PROVINCIAS

Han atrasado todos los relojes y un tipo aburrido busca qué hacer con la hora extra.

Enciende un cigarrillo y contempla como todos esos zombis continúan arrastrándose.

Un grupo de chicas con velo se acercan cargadas de bolsas y se sientan en un banco próximo.
El tipo aburrido acaba de regresar de un viaje relámpago por la Cataluña profunda y no se sorprende ya del nuevo arquetipo demográfico, no obstante, además de los zombis y los vampiros, parece haber algo distinto en esta noche, en este parque de este extrarradio de esta ciudad de provincias...
Las muchachas del velo islámico están abriendo botellas de refrescos y alcoholes blancos y ningún moro alfa vigila el territorio.
Únicamente es el tipo aburrido quien no les quita el ojo de encima.

De repente, un destello anaranjado en mitad de la noche adelantada que el tipo aburrido confunde al principio con la llama de algún mechero hasta que, guiñando los ojos, comprende que se trata de un libro. Uno pequeño. Casi un panfleto.

Un par de hombres lobo cruzan entonces el parque pisando la hierba pero huelen a perfume y maquillaje.

Aroma de marca registrada como de noche junkie de Halloween.

Todo queda claro entonces. Las muchachas no son nada más que bellas Sherezades en busca de un poco de marcha. De alguien que quiera escuchar sus cuentos.

Tienen sus petardos pasando de mano en mano a la vez que ese libro anaranjado que comienza a tener algo de hipnótico.

El tipo aburrido TIENE que saber de qué se trata.

Se acerca a las muchachas y desde aquí distingue ya los metales refulgentes que enfatizan sus rostros ocultos aún por los velos. El tipo aburrido nunca ha sabido calcular las edades y menos aún puede hacerlo ahora con todos esos velos flotando... pero espera o desea que al menos hayan cumplido los dieciocho.

Teme que lo tomen por un pervertido pero mucho peor... ellas murmuran cosas como "chapa" o "secreta".
Él trata de explicarles que no tiene nada en contra de los botellones. Trata de explicarles que no tiene claro si pertenece a la generación que los inventó o, tal vez, a la que los sistematizó como modo de conocimiento pero que, de todas formas, le gustan mucho.

Le apetecería un buen trago de alguna de esas botellas pero, sobre todo, NECESITA saber por qué hay un libro en mitad de todo el asunto.

Ellas recelan como gatas callejeras pero el tipo aburrido no parece gran cosa. No da demasiado miedo así que le ofrecen un trago y tal le vez le guiñen un par de ojos felinamente homicidas.

Luego le hablan de la chica tunecina.

Lina Ben Mhenni. Foto: Thomas BREGARDIS - Ouest-France
El libro no les ha costado ni la mitad que cualquiera de las botellas y, dicen, "esta sí que es merca de la buena".

Ya no quieren ser Lady Gaga, ahora todas ellas quieren ser como la chica tunecina y por eso esta "noche capitalista de mierda", todas se han puesto el velo islámico por más que la chica tunecina nunca lo haya llevado.

El tipo aburrido se va, embriagado aún por el alcohol de los perfumes, antes de que ellas se den cuenta de que de veras es un pervertido y de camino a su cueva busca desesperadamente, otra vez, el mismo destello anaranjado.


TIENE QUE SABER QUÉ ES LO QUE PASA


http://marcelo-garcia-martinez.suite101.net/una-chica-tunecina-o-la-revolucion-de-la-dignidad-a71539